Democracia de los Idiotas
La democracia de los idiotas es, cuando una bola de idiotas responden y obedecen a uno más idiota y más fuerte que ellos. Fuerte en el sentido económico, político y con mayor prepotencia y deseos de obtener lo que quiere, es en ese momento cuando aparece la democracia de los idiotas.
Esta democracia no pondera si es lo correcto o lo que mejor conviene al individuo o el colectivo, sino una respuesta instintiva de obedecer al miembro alfa del grupo en ese momento y de obedecer lo que se le ordena. Otros dirán que son como monos, a la acción de un mono, todos los monos que están ahí y que lo están viendo, imitan la acción, sin saber las razones por la que el primer mono hizo o deshizo una acción. Esto es al final, el vivo ejemplo de una psicósis colectiva.
Personas que antes observaban una vida normal, pacífica, de pronto se trasforman en fieras con instintos destructivos. Las ideas se apoderan de sus cerebros con tal intensidad que los hacen caer en el fanatismo. Defienden lo que se les dijo, creyeron o escucharon, sin averiguar si es cierto o no. Estos fanáticos defensores de los problemas de Sergio Gómez Olivier son similares a los miebros del Ku Klux Klan (KKK) a todos los que profesan el anti mahometismo, a los anti-sionistas – racistas, homofóbicos o cualquier fánatico religioso o político. Este estado de estrés social puede arribar a tal punto culminante, que puede estallar en una reviuelta civil en la que se tratan de aniquilar, incluso a miembros de una misma familia entre sí.
No debemos de confundir la lucha social con los actos fanáticos como los que ahora vemos en Tehuacán con el movimiento promovido y pagado por Gómez Olivier, pidiendo que no se lleven a los animales de su patio trasero.
Este fenómeno de histeria colectiva alentada por el mismito Gómez Olivier es causada por sus ideas ofuscantes que generan un estado de entendimiento o de empatía entre los que se consubstancian con las mismas ideas hasta el punto de ser comparable a la facción en pugna con un cerebro gigantesco que piensa con diversos cerebros, como unidades semejantes a las neuronas centradas en una sola idea dominante, que obra en todos los cuerpos del bando como si fuera un súper organismo. –
Durante las psicosis colectivas, un porcentaje de circunstantes que se hallan rodeando en muchedumbre a un cierto líder o conductor mitómano y/o habil embaucador, hace que crean ser testigos de hechos falsos como verdaderos. Pueden llegar a ver cosas que no existen, confundir el apoyo a Sergio Gómez Olivier con un interés espectacular por los animales – ven moros con tranchetes, cuando el merolico los inducen a tomar decisiones con juicios e interpretaciones erróneas, esta masa de idiotas obedientes a lo que el lider les dice, logra que desaparezca de sus mentes la capacidad de pensamiento crítico y se transforman en borregos dispuestos a morir por causas que ni siquiera conocen.
El hombre normal se halla dotado de una capacidad eficiente para relatar vívidamente todo cuanto ha percibido con sus sentidos, de manera que los procesos penales, por ejemplo, se fían de lo testimonios de personas que hayan observado un hecho y muchas condenas se hacen efectivas mediante este fundamento, sin embargo, puede no haber cosa más inexacta que un testimonio, no sólo perteneciente a un solo individuo, sino a varios, e incluso a multitudes. Las experiencias en el terreno psicológico han demostrado la relatividad de los testimonios dados por sujetos con toda la buena fe y convencimiento que inducen a crasos errores e injusticias.
La confusión puede cundir en estos casos, cuando la muchedumbre no ha sido preparada de antemano. Pero cuando la psicosis colectiva ya ha hecho presa de los entes de una región, una ciudad o una nación entera, es entonces que se hace proclive a la aceptación de cualquier fenómeno extraordinario, cuyas causas reales de su supuesta producción ya ni siquiera son averiguadas, porque se da por sentado que son auténticas.
Mahtlahtli Iwa Ce Ollin Tonalli et al
¿Plan de Desarrollo Municipal de Tehuacán 2014-2018?
Un Plan de Desarrollo Municipal 2014-2018 aprobado, pero sin consulta ciudadana. Participación indispensable, pero objetable por esta administración municipal de Tehuacán y sus Regidores maiceados.
Un Plan que ni siquiera fue un Plan amañado, sino que ha llegado al ridículo título de: un Plan Sin Plan.
Un Plan de cuatro ejes, que más que Plan son promesas y declaraciones de campaña repetidas en este Plan, de lo que dicen que van a hacer.
Un Plan sin especificaciones, sin objetivos precisos, excepto los que expresan en su misión, de calidezzz y cercano a la gente.
Donde en su visión se contradice con la realidad y que se manifiesta desde el mismo día de su inicio con ejemplos de nepotismo, favoritismo, corrupción, falta de transparencia y sobre todo ineficiente, que muestra la sumisión de toda la administración municipal al poder de Álvaro Alatriste, poder detrás de la silla presidencial y una obediencia a su tiranía abarrotera.
¿De qué sirve un Plan de Desarrollo Municipal sin que tenga las opiniones de los ciudadanos, ya sea que las tomen en cuenta o no y que además es regida por el esposo de la presidenta que ni siquiera tiene un nombramiento oficial de ningún tipo?
Aún así, sin consulta ciudadana y sin que los Regidores señalaran la ausencia de la participación ciudadana y aprobaran con una absoluta sumisión al poder detrás del poder de Álvaro Alatriste y los $44,100.00 pesos mensuales con que los controla y limita a actuar independientemente en defensa de la ciudadanía (con sus únicas excepciones ocasionales), se aprobó también la futura formación de un Consejo Ciudadano que tendrá que vigilar el desarrollo del dichoso plan aprobado a rajatabla, muy a la alatriste, o sea a la «ai se ba». Todos los que formen ese Consejo son avaladores de un Plan sin Plan y de las pifias que genera este prepotente comerciante sin visión política y de desarrollo municipal.
Lean y entérense de lo que esta administración municipal publica y considera el irrefutable e inconcebible, Plan de Desarrollo Municipal 2014-2018.
Mahtlahtli Ollin Tonalli et al